Archivos Mensuales: enero 2012

Tengo ganas de ponerme a dieta


Pero esta dieta quiero que sea de lo más particular y personalizada. Tengo ganas de desintoxicarme en cuerpo y alma de la gente nociva, venenosa y carroñera. Quedarme conmigo a solas unos minutos todos los días y dedicarme el afecto que me falta. Hacer la disciplina de aceptarme todos los días con todo y mis errores, porque sé que han sido más los aciertos. Quiero planear mi vida y porción por porción consumirla de ahora en adelante. Sin gula ni anorexia. Disfrutarla con lo dulce y lo amargo. A solas o acompañada pero mi vida así tal cual, hermosa y difícil como sé que es.
Quiero estar gorda de amor de ahora en adelante… le pese a quien le pese.

ME DA MIEDO QUERERTE

Pedro Mata (español)

Me da miedo quererte: Es mi amor tan violento,
Que yo mismo me asusto de mi modo de amar;
De tal forma me espanta mi propio pensamiento,
Que hay noches que no quiero dormir por no soñar.

No sé lo que me pasa. Pero hay veces que siento
unos irresistibles deseos de matar:
respiro olor de sangre, y luego me arrepiento
y me entran una ganas muy grandes de llorar.

¡Oh, si en esos momentos pudiera contemplarte
dormida entre mis brazos!… ¡Si pudiera besarte
como nunca hombre alguno a una mujer besó!…

Después, rodear tu cuello con un cordón de seda
Y apretar bien el nudo, ¡para que nadie pueda
Poner los labios donde, feliz, los puse yo!

EL ENCUENTRO

Gabriela Mistral (chilena)

Le he encontrado en el sendero.
No turbó su ensueño el agua
Ni se abrieron más las rosas,
Pero abrió el asombro de mi alma.
¡Y una pobre mujer tiene
su cara llena de lágrimas!
Llevaba un canto ligero
En la boca descuidada,
Y al mirarme se le ha vuelto
Hondo el canto que entonaba.
Miré la senda, la hallé
Extraña y como soñada.
¡Y en el alba de diamante
tuve mi cara con lágrimas!
Siguió su marcha cantando
Y se llevó mis miradas…
Detrás de él, no fueron más
Azules y altas las salvias.
¡No importa! Quedó en el aire
estremecida mi alma.

El sombrero

En el mes de noviembre, es normal para la gente de mi pueblo, encontrarnos frente a frente con la muerte. Finalmente es el mes en que se le festeja, que se recuerda a los seres queridos que se fueron con ella y se realizan festividades en su nombre, así que es habitual que ella o los difuntos se presenten y nos visiten,  disfruten un momento junto a nosotros y después, retornen a su vida en otro mundo.

El día primero del mes, la catrina llegó a la casa; hermosa como siempre en un vestido ajustado a su esquelético cuerpo, portando una estola de plumas multicolores que colgaba de sus hombros, así como el famoso sombrero de ala ancha plagado de plumas y vistosos encajes.

Pasamos la noche de fiesta, hubo comida, música, velas, incienso, pan de muerto y un delicioso tequila añejado en barricas de roble con vino tinto y un toque de jamaica. La catrina partió tan feliz, que al alejarse cantando olvidó su sombrero; corrimos tras ella para entregarlo, pero antes de alcanzarla se desvaneció en un umbral de neblina.

Regresamos a casa con el enorme sombrero y lo colgamos en el perchero esperando que volviera, pero pasaron las horas, los días, una semana y la catrina no volvió.

En vista de que seguramente la catrina tendría más sombreros para engalanar su presencia, mis hermanos y yo nos propusimos salir a jugar con él. Fuimos a la calle e imitando la femineidad de la catrina, comenzamos a contonearnos con el sombrero puesto.

Cuando a Rosa le tocó el turno de portarlo, descubrió que tenía un delgado elástico para sujetarlo mejor, lo estiró y rodeó su cabeza para colocarse el sombrero y ajustarlo; divertida simulaba ser la muerte, pero cuando giró hacia nosotros, nos aterrorizó su rostro que rápidamente se tornaba cadavérico; sus cuencas se obscurecían, su rostro se desvanecía y gradualmente se podía observar la aparición de sus huesos.

José y yo corrimos hacia ella para arrancarle el sombrero, pero el elástico estaba tan justo que no lo pudimos desprender, así que apresurados conseguimos tijeras para cortarlo pero para nuestra mala suerte, no había nada que pudiera alterar el dichoso sombrero. Desesperados por nuestro poco éxito, no encontramos mejor motivo para llorar; Rosa en particular derramaba torrentes de lágrimas por sus cuencas vacías y trataba incansable de deshacerse del apretado accesorio.

Estábamos rendidos, cansados de luchar, cuando cantarina apareció la catrina, se acercó a nosotros y en un gesto que suponemos de ternura, acarició el rostro de Rosa y como si nunca hubiera estado el sombrero apretado a su coronilla, se lo quitó con la mayor facilidad.

“Lo había buscado por todas partes”, dijo tranquilamente. Giró hacia nosotros, nos acarició las molleras despeinándonos y volvió a desaparecer.

Lentamente el rostro de nuestra hermana retomó color; apareció su cara y sus ojos y nosotros recuperamos el aliento.

Habiendo aprendido la lección; regresamos felices a casa, donde ya nuestra nana se preguntaba por nosotros y viéndonos muertos de cansancio, sólo atinó a preguntar: “¿Dónde han estado?”

Compartimos miradas de complicidad antes de contestar y Juan fue el primero en decir: “Devolviéndole su sombrero a la catrina”

“Eso es bueno”, Dijo regresando al fogón para voltear las tortillas, “Han de saber lo que dice la historia…”

La nana inició el relato de una leyenda en la que la gente decía que el sombrero de la catrina es el portador de la muerte, que quien lo llega a utilizar adelanta irremediablemente su suerte.

Nos sirvió frijoles de olla con queso; atole y tortillas. Nosotros guardábamos silencio; alrededor de la mesa, comíamos como desconectados, pensativos; no podíamos evitar sentirnos culpables por la posible muerte de nuestra hermana; hasta que Rosa rompió el estado sepulcral diciendo simplemente:

“…pero la muerte no es tan mala, no se siente”

Los mandalas

Quieres encontrar una respuesta? Colorea un mandala.
En mis burdas palabras les diría que un mandala es un dibujo circular, con el cual se medita mientras se colorea o pinta. En internet encontrarán muchas muchas definiciones, pero resumiendo un poco tanta información les diré que se trata de la representación del universo, del cosmos, del hombre y de la mente, y la manera en la que se conciben para algunas culturas orientales.
Para ellos la vida entera, en la cual estamos interconectados todos al universo, se puede sintetizar en un mandala, un círculo: un centro energético de equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la mente. Esto porque según ellos, para poder conocernos y entender el universo, mejorar el curso, encontrar la paz, el equilibrio, debemos conocer nuestro interior, nuestro centro.
Está algo descabellado, lo sé, y para ser honestos, el día que compré un libro de mandalas para colorear, lo hice simplemente porque me parecieron muy bellos y por mi enorme gusto por las figuras geométricas y simétricas. Pero el caso es que como siempre me suele suceder (que se me aparecen cosas o señales o mensajes cuando me siento triste… aunque digan que estoy loca), el dichoso libro apareció en el piso de mi cuarto cuando me destinaba a enclaustrarme a derramar unas cuantas de cocodrilo. “¡Bien! ¿Qué más da? Coloreare”, pensé y saqué los plumones, crayolas, colores y etcéteras de mi cajón de manualidades y me eché como res en la cama para colorear.
Mientras coloreaba no podía evitar seguir pensando en las cosas que habían pasado, así que en realidad no prestaba absoluta atención al dibujo, pero fui notando que conforme continuaba, mis pensamientos eran más claros, más creativos e incluso, pude hacerme el firme propósito de actuar de diferente manera frente a situaciones similares y yo no sé mucho sobre el tema, pero lo que sé es que me dio tranquilidad y una respuesta concreta a mi incertidumbre, la cual creo no hubiera conseguido simplemente desatando la ira.
Y antes de escribir para recomendar el colorear un mandala, leí un poco al respecto y encontré esta lista de beneficios algo interesantes:
Beneficios de dibujar o pintar mandalas

1) Comienzo de un trabajo de meditación activa.
2) Contacto con tu esencia.
3) Te expresarás mejor con el mundo exterior.
4) Ayuda a expandir tu conciencia.
5) Desarrollo de la paciencia.
6) Despertar de los sentidos. Es probable que comiences a ver lo que está a tu alrededor con otros ojos.
7) Empiezas a escuchar la voz de tu intuición.
8) Te aceptarás y te querrás más.
9) Te curarás física y psíquicamente.
Por otro lado encontré lo siguiente:
“Estimula la exploración del mundo exterior a partir de un nuevo punto de vista y, simultáneamente reorganiza el estado interior, conduciendo a la introspección y al equilibrio”.
Así que ya saben… no está demás intentar y sorprenderse con el resultado o mofarse de lo poco obtenido, ustedes sabrán, pero después de experimentarlo, para mi tuvo bastante sentido.

15.01.12

El corazón me explota.
Estoy llena de mierda.
No.
Tú estás lleno de mierda.
Yo estaba llena de fe.
Desilusión. Dolor.
Destrucción.
Locura.
Muerte.
Paz.

08.01.2012

Estoy haciéndome un heart wash.

Resulta que me ha dado por extrañar al amor y cuando eso pasa el mundo entero se me pone de cabeza.

Creo que soy adicta a la hermosa satisfacción de palpar, lo cual espero no les haya hecho volar demasiado la imaginación, porque estarían algo así como 80% en un error. Me refiero a esos momentos en los que estás con tu persona amada y puedes rozar discretamente tu cuerpo con el suyo, en que le tienes tan cerca que te deleitas en su olor, que puedes ver la textura de su piel y que mientras hablan quedan tan cerca que es prácticamente inevitable un beso.

Eso extraño…

Pero trato de hacerme creer que sólo es el deseo de secretar endorfinas, encefalinas, dopamina, serotonina, norepinefrina y oxitocina. Entiéndase que traigo ganas de drogarme naturalmente el cerebro, de entorpecer mis neurotransmisores y dejarme llevar por un proceso químico de aparente felicidad. Visto de esta manera, parece bastante banal e insulso mi deseo, parece un impulso visceral propio de un drogadicto y bastante fuera de lugar para una persona que se jacta de tener cierto uso de su raciocinio, lo cual me hace sentir brevemente avergonzada de mis pensamientos, pero luego pienso: “cada quien tiene su vicio ¿no?”, y me reprendo por semejante falta de disciplina, pero, ¡ah! ¡Cómo extraño mi amor!.

¡Demonios! No sirve el heart wash.

Grimhilde

Como todas las mañanas, la reina Grimhilde, salió apresurada de su alcoba alisando las últimas capas de su ostentoso vestido, que ese día era de un suave terciopelo color carmín; los bucles de su cabello, negro como la noche, rebotaban al impulso de sus joviales pasos, dejando una estela de perfume de rosas por los largos pasillos del castillo y su rostro, de una piel intensamente blanca, brillaba con un gesto increíblemente feliz.
Los personajes de los enormes cuadros burgueses que colgaban de las paredes, parecían seguirle con la vista, se mostraban más erguidos, imponentes; jamás había paseado por aquel lugar una belleza como esa; los carnosos labios sonrosados de la dama parecían cantar; llevaba una melodía en la mente, simulaba el canto y de vez en vez, parecía dar ligeros pasos de baile, que hacían relucir los elaborados encajes bajo los pliegues de la falda.
Al llegar a la habitación mayor, la hermosa mujer rotó la perilla de la puerta en una especie de ensoñación y entró girando y cantando encantada, «espejo, espejo mágico que cuelgas de mi pared, dime ya quién es la más hermosa mujer».
La habitación, estaba de lo más silenciosa a diferencia de otros días; la reina acostumbrada a recibir invariablemente la respuesta de: “Señora, es usted”, dirigió extrañada su mirada a la pared, esbozando entonces una expresión de terrible susto.
En aquel detallado marco, adornado de piedras preciosas y listones, el espejo que adoraba, estaba roto.

Inicio el año

Ok… debo confesar antes que nada que una parte de mí, no tiene la más mínima intención de sentarse a escribir porque sabe a lo que vengo. Esa parte me tiene dándole vueltas desde hace varios días al asunto del recuento del año pasado, pero sin deseos verdaderos de profundizar en el tema, porque a decir verdad, cree que recordar traerá consigo más dolor que felicidad.
Pero heme aquí, ya me senté y la pequeña parte de mi consciencia que desea hacer el recuento, convenció al 90% que se oponía (nótese que fue muy convincente, debería dedicarse a las ventas).
Y bien… ¿por dónde empezar? Creo que por las buenas cosas. Reafirmé mi vegetarianismo, me aventé un estoico año trabajando sin sueldo (que lo tomo como bueno por mi deseo de perseverar en las cosas que quiero), volví a concursar en las catrinas para lo cual me reprimí de muchos placeres al paladar por buen tiempo, conseguí plaza en mi trabajo, mi salud mejoró notablemente ahora sin gastritis, desarrollé actividades que siempre deseé hacer y temía experimentar, incursioné en el duro arte de amarse a sí mismo, retomé el hábito de lectura y… ¡cumplí 30 años!
Y creo que ese último punto es el hilo conductor que me permitirá hacer este análisis anual, ya que desde mi perspectiva, era lo mejor que me podía pasar en la vida, el momento crucial en mi historia y el evento más importante en el año pasado, que según yo, sería MI año.
Siempre imaginé “los treintas” como un renacimiento. Un punto en el que me podría considerar la libélula madura, presta a volar, sin restos de larva en su cuerpo, libre, completa, realizada. Siempre dije que mi vida empezaría justo ahí, en esa línea decisiva que dividiría mi vida, y que me permitiría ser YO sin preámbulos, sin máscaras, sin mentiras. Un nacimiento puro a la vida, un salto cuántico a un éxtasis vital… LA VIDA MISMA.
Pero fue tanto mi clamado a renacer, que sin saberlo atraje mi nacimiento. Nunca lo imaginé. Nunca asimilé que para nacer tenía primeramente que morir.
Y me deshice de mí, de mi entonces presente, de mis planes de vida, de mi ruta trazada, mi estabilidad económica, física y emocional.
Para dar ese giro, esa realización, el universo mismo, las circunstancias, la vida y el destino me destruyeron.
No se puede vivir sin máscaras cuando tienes las propias arraigadas en la piel, no se puede amar sin ataduras cuando arrastras grilletes, no se puede ser libre cuando vives buscando la aprobación del mundo, no podrás realizarte cuando tú mismo te sometes a pretextos… y no podía cumplir mis sueños si seguía siendo yo.
Así que la ley de la atracción (por llamarle así al efecto de todas mis acciones) , trajo consigo los dolores más incomparables, me quitó todo, mi dinero, mi trabajo, mi casa, mi matrimonio y hasta mis perros. Me quedé sin nada de lo que creía que había forjado de tal manera que permanecería conmigo, quebrantó mi orgullo, mi ego, mi vanidad, mi seguridad. Me hizo cuestionarme hasta donde me había llevado mi frivolidad, mi egoísmo, mi estupidez.
Pero para mi sorpresa, habiendo perdido todo, pude percatarme de que nada de lo que creía necesario lo era tanto. Pude ver la cantidad de gente hermosa que estuvo ahí para mí en todo momento, del tesoro inimaginable que tenía en mi familia y amigos, del tremendo amor que siempre había estado ahí, esperando. Que jamás estuve sola y que no había sido necesario tanto sufrimiento, más que para ver que en realidad no me falta nada, porque todo lo tengo.
Pude ver el resultado del trabajo hecho con dedicación, mi pertenencia a mi círculo, mis errores y aciertos y finalmente la tremenda cantidad de oportunidades y buenas promesas que tiene para mí el destino.
Fue doloroso nacer. Demasiado. Llegar al mundo sin nada, tal como en un principio. Fue doloroso valorar, reestructurarme, entender y volver a empezar. Aún queda mucho trabajo, pero al final pienso, que después de todo, el que haya dolido tanto no forzosamente significa que haya sido malo, creo que haber cumplido mi sueño fue lo mejor que pude haber vivido. Ahora veo más claro, entiendo mejor la razón de las cosas y creo firmemente que todo tuvo el mejor de los motivos, porque hoy inicio el año sin preámbulos, sin máscaras, sin mentiras.

Estaba dormida

Y de pronto desde la nada, sintió como el alma se desprendía de su cuerpo, iniciando desde la cabeza hasta los pies, pero a diferencia de lo que hubiera podido imaginar, pesaba y se hundía, no flotaba. De manera que su cuerpo quedó arriba y su alma empezó una vertiginosa caída hacia la respuesta de la pregunta que había formulado esa tarde:

“¿a dónde van las almas al salir del cuerpo?”

Dejó de observar su cuerpo en esa superficie de apariencia estelar y giró su mirada hacia abajo, donde la esperaba un vacío de mezclas de azules y nubes grisáceas en un encantador azul boreal.

A lo lejos parpadeaban unas cuantas minúsculas estrellas y no había más luz, que la tenue emanada por su cuerpo.

Sintió la fuerza de la caída contra su rostro, sus brazos, sus piernas; vio volar su cabello y su bata bailar al compas del viento.

No había temor; una vez que uno tiende a hundirse, en lugar de flotar, la posibilidad de fragmentarse contra algo sólido, no tiene mayor importancia y el destino se vuelve solamente la reacción de la acción; así que caía plácidamente. Extendió los brazos a sus costados y en una entrega de su frágil humanidad, dirigió una sonrisa y un “tómame” al vacío.

De pronto, vio nubes más palpables, más blancas, más nítidas; en su caída cruzó entre sus algodonosos cuerpos que le acariciaron breve y tiernamente.

Allá abajo se extendía una llanura de pastos verdes y flores; por lo menos su cuerpo se precipitaría sobre algo hermoso, se incrustaría a la tierra de la cual proviene.

El mito de que la vida pasa frente  a tus ojos al morir, sólo era eso, un mito; el espectáculo era tan conmovedor, que no había espacio para preguntarse si habrían quedado pendientes por hacer o amor que entregar; el llano cada vez más cerca, era cada vez más bello y colorido.

Viendo que el tiempo restante se iría tan rápido cual caída en el abismo, cerró los ojos para sentir por última vez ese vuelo vertical que colmaba de vida sus sentidos y al abrirlos se vio a sí misma en posición fetal… y cayó.

Solo había sido un sueño.